sábado, 13 de noviembre de 2010

Vueltas de campana

Estaba parada abajo del letrero que decía salida. Esa puerta desesperante que se abría una y otra vez, toda la gente entraba sin parar a cada minuto. Estaba pensando un poco en ti. Tu nombre estaba grabado en las caras de todos los asistentes, de los locos desbaratados por la música, de los extraños de pelo largo, los que me presentaron, todos llevaban un poco de ti en las orillas de su pelo. Para los que me dijeron que el amor era una ciencia sus ojos fueron abiertos por marcelo motta, cuando tomó el escenario y comenzó con "tú no estás solo". El me plantó la desilución al darme cuenta de que no cantaría "violar las leyes", pero me trajo una gota de perfume del recuerdo cuando cantó "te quiero". Se me desbarató el mundo y me puse a gritar cual fiel en la iglesia con el coro de los ángeles una mañana de domingo. Lo más religioso que podía decir en ese momento era amén, amén por los buenos momentos, por los llantos que me provocó alguna vez escuchar aquella canción. Gracias a ese hombre que estaba allí parado, que me recordó que estaba mal decir que el amor no existe. Esa noche chocamos en barranco, un amigo casi se lesionó la mano... y te recordé más veces de las que debía. Que tonta soy para continuar poniendole una nueva historia mía a las canciones de marcelo. Esas pequeñas historias con tinte romántico que no van para ningún lado. Mientras mi vagón se estacionó en algún lugar desconocido hace algunos meses, todo el resto del tren avanza. Esto me desespera mucho y debo admitir que necesito algo que me ayude a conducir. Pero no ahora... solo algún día. Cuando pueda saber que encontré algo así lo sentiré y no necesitaré que alguien me lo diga. Por ahora puedo limitarme a ver a esos reyes del blues dar su espectaculo y prepararme para el futuro sin esperar nada de lo que pueda pasar. Solo reír porque tengo casi... todo lo que quiero.

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