lunes, 8 de noviembre de 2010

Anís najar.

La noche se hacía espuma mientras pensaba en que hacer, había asistido a una ceremonia religiosa en la mañana y sentía que de alguna extraña manera no podía darme el lujo de portarme mal. Mis constantes resfriados casi me impiden salir cuando la luna se ponía en el cielo, pero me las arreglé para ver de improviso a pedro suarez vertiz, más fuegos artificiales y comer una ensalada en macdonalds. Ahora ya no puedo comer todo lo que quiero, de alguna manera me siento limitada pero me traerá beneficios tarde o temprano. La noche egoísta, oscurecía lenta como dándome el presagio de que algo estaba por venir. Mientras caminabamos por kennedy con corredores locos a los costados y un sin fin de camiones con fondo de música electrónica pensando en que plan tomaríamos para las siguientes cuatro horas. Yo sabía lo que quería hacer, pero algo más no estaba tan segura. Miraba de reojo a la gente pasar y me imaginaba mirando al cielo cerca de la casa.


Me gustaría decir que eran las cinco de la mañana para ponerme a cantar la canción de juan luis guerra. Cambiar de tema. No contar lo me siento obligada a decir. Llegamos a las once, los vimos ahí, no salía con ellos desde hace algunos meses. El taxista nos dijo que tengamos cuidado, pero de alguna forma me sentía más tranquila al verlos. Todos me miraron con felicidad. El me abrazó y sentí no sé.. que sé yo. Caminamos todos juntos y entramos por la puerta trasera. Yo me imaginaba como hablarle pero luego me olvidé de lo que tenía que decir, solo actué como me parecía. Supongo que es como suelo ser siempre. De todas maneras el abrazo me había hecho ver visiones que no quería. Me olvidé por unas horas que existía una vida más allá de las paredes de esa casa. Solo miraba al rededor y ponía canciones tontas con la laptop que tenía cerca, mientras me aguantaba las ganas de comerme todos los dulces que tenía en mi nariz. Que inevitable tentación. Pero la vida no me ha dado buenos frutos hasta ahora.

No hay comentarios: