viernes, 8 de junio de 2012

Esta noche si hay inspiración


(...) Y el comercial duró muchos días.

Hoy, Carolina baja la cabeza, mira a su alrededor y presiente cierto aire de inconstancia. ¿La razón? No entiende porque sus manos y su cabeza no pueden trabajar juntas. En el momento en el que se dispone a escribir algo, su cerebro no quiere seguir. ¿Es quizás el miedo que le provoca decir la verdad? ¿Es quizás que el mundo no está preparado para escuchar aquellos pensamientos? Sus ojos, como dos ciruelas enormes y muy redondas, de esas que van encima del pastel de cumpleaños, no puede evitar sentir que algo raro está ocurriendo.

Carolina no quiere hablar de cosas banales, ni tampoco le apetece escuchar malas noticias acerca del mal manejo de gobierno. Quizás quiere levantar debate sobre algún tema en particular, pero no logra articular palabra alguna en su mente, que luego pueda ser expulsada por su cerebro. Piensa quizá que puede hablar de terrorismo, de realismo siempre le ha interesado el absolutismo: la idiotez que un rey tuvo una vez en la historia de engañar a cuanto ignorante existía diciendo que el poder venía de dios.

Carolina mueve los dedos pero no alcanza a decir nada. Arriba de su mirada, muchas fotos digitales desparramadas esperando ser editadas en un photoshop quizás cansado de tanto uso. Ay, si el photoshop hablara, cuantas cosas contaría, ay, si los lugares hablaran. Si hablara esta casa que la vio tantas veces, llorar, reír, esconderse de la realidad, actuar malévolamente, intentar ser rebelde, ser fresa, ser todo en uno. Ay, cuantas historias quizás podría contar este trozo de papel que Carolina sostiene sin darle importancia, para luego arrugarlo y llevarlo a la basura.