miércoles, 21 de julio de 2010

Dicen que el tiempo lo cura todo.

Es extraño cuando te pones en una posición en la que no quieres estar. Vas a ese lugar, en el cuál recordabas haber pasado momentos que sinceramente nunca llenaron tu vida del todo, pero se asemejaban mucho a un intento de vida perfecta. Te mentiste, llenando tu cabeza de falsas ilusiones, pagadas con unos minutos de cariño imperfecto y unos caramelos dulces. Vuelves con la duda en tu garganta, mientras miras por la rejilla a la persona que saldrá y que te espera con ansias actuadas. Derrepente al observar su expresión cansada, adivinas que todo no es más que un absurdo teatro, lleno de besos vacíos, lleno de esperas que no valdrán más la pena, luego de que pises tierra y le hagas ver lo que equivocado que estaba. ¿Que haces cuando te portas de la manera más irracional e inmadura? ¿Cuando a pesar de haber leído en las revistas de moda que estaba mal, lo haces porque impera en tu cerebro tu instinto de ingenua desesperada? ¿Quieres hacer feliz a alguien que se nutre de tu escuálido cariño, de tus sobras de recuerdos? ¿Quieres hacer sonreir a la persona que está varada en el rostro de otra y que aún guarda una bolsa
de tarjetas que gritan pasado y a la vez callan?. Te preguntas que haces en ese cuerpo y que está ocurriendo en ese momento, porque todo se sale de control y tú te sientes mal, sientes que no eres tú, que eres una especie de fantasma, de espectro que desearía estar en un lugar mejor, un lugar con la persona correcta, en el momento indicado, haciendo algo que realmente quieres. ¿Como pasó esto? ¿En que momento te convertiste?, tratas de detener la situación con una expresión de "esto no está pasando", tratas de correr en el pasado, en el momento en que viste tu rostro por primera vez y pensaste quizá que el hablarle sería la oportunidad perfecta para huir de tus problemas, para lanzarte al mar y así lo hiciste, pero... ¿adivina que? fallaste una vez más. Ese sabor de boca no lo recuerdas, pues nunca se que te quedó grabado como con otra persona, como aquella última vez en la que prometiste cosas que se ahogaron, que no son más de hipocrecias que no crecen en los árboles. Lo miras, tu mirada confusa dice más que mil palabras, le gritas sin decir que no quieres que vuelva a suceder, pero no escucha tus señales, no observa tu rostro con la misma calidez, para el no eres más que un divertido pasatiempo, no eres más que una mujer que alguna vez vió como un tesoro inalcanzable y hoy es una muñeca utilizada para borrar corazones rotos, para esconder cartas de amor que aún quieren salir a la luz. No debiste enseñarle que eras vulnerable, no debiste haberle pedido su número, no debiste haber vuelto a aquel lugar y verlo por segunda vez. ¿Qué clase de cosa estabas pensando cuando decías que esta vez sería el indicado? ¿Es que sigues errando pensando en que siempre va a ser tan fácil como la última vez? ¿Es que vuelves a caer en el juego del destino?. Estás varada en la desesperación, mirando la playa a lo lejos, caminando de su mano, queriendo soltarla y decirle la verdad, pero no te animas, sientes que no es el momento indicando para romper la mentira, aunque sabes en el fondo que el siente que también la vive contigo. Caminas unos pasos más y vez una pareja besándose, te preguntas que pueden pensar y si su mentira está mejor estructurada que la tuya. Ahora estás más cansada que antes pues no fuiste a ese lugar con las mismas ganas de la semana pasada, pues luego de la conversación que tuvieron, las cosas no volvieron al ser las mismas, tus lágrimas quieres asomarse por los costados de tus pupilas y tus pestañas te hacen daño de solo pensar que el podría verte llorar. Los árboles ya no tienen el mismo aspecto y luego de que el se despide de ti con un poco animoso beso en los labios, lo vez partir y en tu cara frustrada queda un "¿por qué no se lo dije?", flota en el viento, quieres golpear cosas, quieres saltar, necesitas llamar a alguien, necesitas llorar, necesitas sentirte miserable una vez más. Es la tercera vez en tu vida que no te atreves a ser sincera, es la tercera vez que finjes algo que no sientes ¿como tienes tanta facilidad?. Te sientas en una vereda, pareces una persona pidiendo limosna, tienes esas ojeras en los ojos, dormiste tarde pensando en la forma más fácil de acabar con todo, pero no lo conseguiste, el desvelo fue en vano, caiste al foso de los cocodrilos.